La mejor zona de aparcamiento es por donde ponen la feria de octubre; para situarse, hay que entrar por La Vital, dirección el polígono/centro histórico, y a partir del local que se llama La Fábrica, ya hay que pensar en aparcar en ese parking del delante, o ir al parking que hay cerca del río Serpis (pero que una hora antes ya está prácticamente lleno).
Me sabe mal decirlo, pero la organización de antes del comienzo es a cada año, no sé si decirlo así, a peor o más bien un caos. Las diferentes colas para recoger el chip y el dorsal según el número se mezclaban, gente que pasaba, gente que ya lo tenía, quitaban los carteles indicadores de qué número se daba. En fin, que los corredores íbamos perdidos, el inicio se retrasó veinte minutos, y la gente que venimos de lejos y debemos regresar para comer, no nos hace mucha gracia.
El circuito este año ha cambiado en una parte, pero... para peor. Tal vez podía ser más bonito el correr por parques y bordeando el río, pero como era el principio (cuando los corredores aún vamos amontonados), se convirtió en una salida peligrosa. Parecía más una prueba de Humor Amarillo que una carrera! Hoyos, piedras, bancos, árboles, postes... Un circuito prácticamente llano, con una vuelta de 4,5 km y otra de 7 km, que tiene unas subidas y bajadas muy breves y acentuadas, ya que son las típicas de un camino en el borde del río. Poca gente animando excepto en la recta de meta, una parte del polígono aburrida y na parte un poco más animada al lado del río.
El final de la carrera está lleno de fotos de Calygat y de Vicent Esteve (me han encantado las del final que me han hecho con la camiseta de Blas Pitt), y los regalos han sido justitos en relación al precio de la carrera y a la larga cola del final: camiseta técnica, una pieza de fruta, Aquarius y un par de cosas más.
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